Como Massa, Milei armó su plan platita para una elección que cree importante y no lo es

A menos que la pifien todos los encuestadores, Santoro ganará en la Ciudad y el peronismo podrá decir que vuelve a la victoria después de 22 años. No podrá decir que ganó Cristina, aunque algunos lo digan. Pero ganarle a Milei y al Pro no será poca cosa, más allá de que los votos canten que no superan los que siempre sacó el peronismo.
Un dato: los votos que juntó el riojano Erman González con Menem en el 93 eran de centro y de derecha. Los que juntará Santoro son de centro izquierda, que esta vez encontraron candidato único. Se sabe, el centro derecha irá partido en cuatro: Adorni, Lospennato, Marra y Larreta.
Mérito del jefe peronista porteño Juan Manuel Olmos, que reclutó a Santoro cuando Máximo Kirchner lo excomulgó por votar a favor del acuerdo con el FMI. Máximo es de los que se ofenden rápido y para siempre: ni siquiera volvió a responderle el teléfono. Así le va a La Cámpora, que pese al triunfo perderá varios legisladores.
Si se dan los números que se espera se den, la elección cambiará poco y nada la Legislatura. El PJ podrá pasar de 18 a 20 concejales; el Pro de 9 irá a 10 u 11. La Libertad Avanza de Karina puede crecer de 8 a 10 y La Libertad Avanza de Marra puede perder 1 o 2. Los radicales, que tienen un solo bloque pero votan como si fueran dos, así funcionan con Lousteau, no van a crecer. La cuenta real es difícil de hacer porque ahí están los de Angelici que ahora van en el Pro. Así funciona Angelici. ¿Y Larreta? Depende de cuántos votos le robe al Pro. Probablemente salga empatado.
Será la misma Legislatura, sólo que más complicada de manejar para el oficialismo. Hay que ver cómo quedan parados Macri y Milei, que nacionalizó la elección para tratar de sacar a Macri de la cancha. En las cinco elecciones hasta hoy no le fue bien. Apostó a ir con su propio partido, y perdió en cuatro. Sólo salvó la ropa en Chaco, donde fue aliado al gobernador radical Zdero.
Que Milei puso para este domingo toda la carne al asador se ve en que su portavoz Adorni encabeza la lista. También, en el plan platita que le copió a Massa para que Adorni anunciara buenas noticias. Postergar tarifas, endurecer la política migratoria, apretar a los barrabravas, distribuir pañales a jubilados y abaratar celulares y electrónicos. Avisaron pero no le encontraron la vuelta al uso de los dólares en el colchón, una demora que Adorni facturó al kirchnerismo, como hacen con todas las cosas.
La verdadera ayuda para Adorni llegó con la baja de la inflación, que cayó en abril a 2,8 y se ubicó por primera vez, en la gestión Milei, debajo del 50% anual. Sigue siendo una enormidad pero es un alivio al lado de la que dejaron Fernández, Cristina y Massa.
Otra prueba de que Milei jugó todas las cartas: al cierre de campaña mandó a todo el gobierno. Fue en la placita donde cae, en suave barranca sobre Libertador, La Isla, barrio top de la Recoleta. Pegada a la embajada británica y con una fantástica estatua del general Mitre a caballo, rodeada de esculturas en mármol de Carrara, en lo más alto.
Todos subieron por un costado al escenario salvo Milei, al que hicieron cruzar la pequeña plaza para televisar abrazos de los seguidores de remeras violeta, color que en el imperio romano asociaban con la realeza, y que los libertarios usan y mezclan con banderas y águilas imperiales y antorchas. Un delirio a la medida del Gordo Dan. ¿Sólo del Gordo Dan?
¿Sabrán que de color violeta es la camiseta de rugby de Cardenal Newman, donde Macri estudió? Milei avanzaba hacia el palco y la tevé empezó a mostrar un rostro oscuro del acto: militantes que denunciaban que les habían prometido $25.000 y sólo les daban remeras. Uno le robó el celular a un periodista. El gobierno los calificó de infiltrados. Adentro, se admitió que habían sido llevados por Sebastián Pareja, el armador jefe de Karina en el Conurbano. Pareja es el que dijo, en respuesta a Macri, que a los dirigentes bonaerenses del Pro no hacía falta comprarlos “porque están regalados”. Ritondo, Santilli y otros, muy agradecidos.
Lo peor vino después. Acostumbrado a entender mal las cosas, Milei acusó al veterano periodista Carlos Méndez de ser “absolutamente violento” porque en 2021, al asumir como diputado, le había preguntado qué podían hacer en el Congreso siendo tan pocos. La gente empezó a gritar: “hijo de puta, hijo de puta”, sin que a Milei se le ocurriera parar los insultos. Milei había empezado el discurso diciendo que el liberalismo está “basado en el principio de no agresión”: lo terminó generando un linchamiento, para decirlo sin rodeos.
Otra noticia que nos hace pensar en por qué estamos cómo estamos: el escándalo por las muertes en un hospital de La Plata y el laboratorio Pharma, del empresario García Furfaro y Jorge Salinas. Sólo la corrupción política puede explicar sus contratos con el Estado y que, sin ser del sector, haya podido seguir produciendo drogas y medicamentos todos estos años.
García Furfaro se recibió de abogado en la cárcel, fundó un sindicato de presos y terminó como dirigente de Alicia Kirchner, montando la verdulería La Colina. Compró un laboratorio ¿quién no compra un laboratorio? para meterse en el negocio de medicamentos y consiguió que un cineasta progre, Fernando Sulichin y un embajador chavista, Sánchez Arvaláiz, lo engancharan con un fondo de inversión de Putin. Registró aquí la Sputnik y Alberto Fernández lo subió en un avión a Rusia con su asesora estrella Nicolini y la ministra de Salud Vizzoti para comprar las vacunas.
Se las apañó para vender en pandemia barbijos y muchas otras cosas al Estado y terminó como un proveedor clave en Santa Fe y Buenos Aires. Que terminara causando un desastre era cuestión de tiempo. Se dice que el intendente Ishii está interesado en comprar su laboratorio.
Volviendo a estas elecciones, que muchos toman como trascendentales. Si gana Santoro, ni Cristina ni Alberto Fernández serán reivindicados. Si gana Adorni, no comenzará la hegemonía de Milei. Si el Pro sale tercero, no se acabará la carrera de Macri. A lo sumo veremos cómo los resultados reubican las piezas para las próximas batallas, la más importante en la Provincia. Nada termina con esta elección, aunque intenten llenarla de dramatismo.